domingo, 19 de octubre de 2014

Capitulo 2

CAPÍTULO 2
La vio caminar con una sonrisa en sus labios, pareciera que volara entre jazmines y rosas. La  contempló bailar una melodía que sólo ella escuchaba en su mente. A él lo relajaba un ir y venir de las olas, brisa de esperanza corriendo por su frente, se sorprendía al sentirse tan enamorado de esa mujer de la cual no podía quitarle los ojos de encima; tez blanca, blanquísima y un cabello largo y tan negro que contrastaba en una hermosa armonía. Se quedó pensativo, la recordaba menos pálida, pero esto no parecía mortificarle. La mujer seguía danzando en silencio, no se percataba de que era observada. De repente, un tropiezo, las miradas se cruzaron, ella al verlo caminó en su dirección y con cada paso Francisco la notaba diferente, cada vez más pálida, más flaca. De pronto, cuando la tenía a sólo un estirar de manos, un terrible sentimiento de tristeza lo atravesó, no era tristeza normal, sino esa que arde en el pecho y se esparce por todo el cuerpo como un cáncer. La mujer lo miraba con unos ojos desconsolados los cuales sólo proyectaban dolor, en ese instante, el observador quiso moverse y huir, pero no pudo, quiso gritar y sólo sintió un gran nudo en la garganta, quiso cerrar los ojos ante aquella imagen distorsionada que le creaba un pánico incomprensible y sus ojos no respondían. Como un eco, escuchó una terrible carcajada que provenía de lo que hace unos segundos había sido una bella mujer, de pronto, el sudor sobre su rostro, sintió cómo lo atrapaban por el cuello, se pudo mover, comenzó a dar manotazos a diestra y siniestra. Con cada movimiento era peor, tomó el control de la situación y dando un grito de furia se quitó de encima la opresión de la garganta, en ese instante se dio cuenta que había despertado y peleaba a solas con una cobija San Marcos que se le había enredado en el cuerpo. Se sentó en el borde de la cama, se quedó pensativo unos segundos y se levantó rumbo al único lugar de la casa donde podía dormir en paz, el único lugar que ella no había tocado. Se tiró en el sillón verde y durmió.
 Después de que el sol había estado paseando sobre la bóveda celeste por más de tres horas, Francisco se despertó. Abrió los ojos de un solo golpe como solía despertar todas las mañanas. Extrañamente y al contrario de su personalidad taciturna, no era de las personas que se quedaban dando vueltas en la cama antes de sacudirse la modorra por completo. Pareciese que su cuerpo tenía prisa por despertar, por vivir cada día, sin embargo, su mente y esperanza se  encontraban por los suelos, a veces deseaba que sus párpados pesaran un poco más para que fuera más serena la transición del sueño a la realidad. El día de hoy era diferente, se levantó del sillón de un solo brinco y se estiró como gato de azotea casi tocando el techo con sus puños. Se encontraba de muy buen humor a pesar de que su cabeza era un nudo de ideas salidas de una película de terror, pareciese que sus problemas se convertían en motivador de su propia existencia, -de lo malo, lo bueno-. Desnudo, como solía andar por su casa, decidió hacer algo por él, buscó en lo más recóndito de la alacena una latita despintada de Café Combate. Desempolvó la estufa, lavó una taza a la que le faltaba el asa y enjuagó una sartén que tenía embarrado algo viscoso que pareciese tener vida propia. Esperó frente a la estufa a que el agua hirviera con paciencia. No salía fuego del quemador, cayó en cuenta que aún no pedía el gas, metió la taza con agua en un viejo microondas. Introdujo el tiempo deseado y esperó, el ruido monótono del ciclo era fastidioso. Subió a su habitación, recolectó prendas del suelo que más o menos combinaban. Se vistió rápidamente y salió de casa, el café desapareció de sus prioridades, pero no sus cigarrillos. Fieles acompañantes que saciaban eso que Francisco aún no sabía qué nombre ponerle.
 Después de pensarlo un rato, le pareció buena idea visitar a su antigua mentora, quizá ella tendría uno que otro consejo para ayudarlo en el desmadre en que estaba metido, pero debía ser cuidadoso, Rocío solía ser impulsiva y boca suelta, podría hundirlo más que ayudarlo. Se dirigió a la vieja casona de la colonia Lomas. Se inventó un pretexto para ser invitado a comer. Al llegar, los siete años de ausencia no habían pasado por esa casa, todo lucía igual; la misma enredadera en el jardín, los rosales con las flores más bellas y la fachada colonial que, según Rocío, le daba un aire de intelectual. Bajó de su vehículo que rescató y desponchó1 poco antes ese mismo día. Tocó la enorme puerta de caoba que se imponía entre dos columnas de estilo griego, después del tercer intento la puerta se abrió y del otro lado apareció una cara familiar.
—¡Renacuajo!— gritó sorprendida Rocío al ver a Francisco en la puerta de su casa. Él  detestaba ese apodo, siempre lo había hecho y sólo lo toleraba por ser ella quien se lo había impuesto.
—Pasa, mijo, pasa, en serio qué sorpresa— dijo ella jovialmente —¿pero en dónde te  habías metido? Estás canijo, ni una llamadita, yo ya te hacía enterrado en una de las narco fosas de Juárez, ya ves cómo están las cosas— dijo con tono irónico cerrando la puerta detrás de su exalumno más querido.

—Pues poco me falta, Chío— dijo Francisco siguiendo la ironía, pero con un toque de preocupación —y precisamente de eso quiero hablarte—.
Rocío puso una cara de incrédula mientras conducía a Francisco por un pasillo largo que parecía galería de arte por la gran cantidad de cuadros colgados en la pared, le hizo un ademán con la mano para que pasaran a la siguiente habitación.
Sentados en una sala estilo Luis XV y después de una plática introductoria sobre lo  acontecido en sus vidas en los pasados siete años, Francisco preguntó a quemarropa:
—A ver, maestra… ¿qué sabes tú de un grupo que se hace llamar Deus Caelum Infernus?—
Rocío se le quedó mirando sin saber a dónde quería llegar su antiguo alumno, sin  embargo, en razón de que contaba con un doctorado en ciencias teológicas, sentía que tenía la obligación profesional de contestar, además, le encantaba tener la oportunidad de darle alguna  utilidad a tanto conocimiento archivado en su memoria, así que contestó:
—Sé que es un tipo de secta que tiene sus orígenes no muy exactos en la antigua  mediterránea, alrededor de la edad media, si mal no recuerdo eran adoradores de una especie de demonio y dios a la vez. Ellos creían que se podría alcanzar la divinidad desde los dos puntos de vista; el bien y el mal, la cuestión era alcanzar la perfección, sin tomar en cuenta el camino recorrido.
Rocío se quedó mirando un cuadro de su sala que representaba la entrada al infierno de Dante, abrió la boca para continuar con la cátedra pero no salió nada más de ella, se quedó unos segundos pensativa antes de continuar.
—Que yo sepa fueron aniquilados por la inquisición medieval y la religión católica por  herejía allá por el siglo XII— continuó —pero ¿a qué viene esa pregunta, Panchito? no creo que hayas venido después de siete años sólo para preguntarme sobre una secta ya extinta— .
Francisco colocó un cigarrillo en su boca y buscó su encendedor haciendo una pausa para tratar de aliviar un poco la presión que le ejercía su maestra y concluyó:
—Sólo es una investigación que estoy planeando hacer para la universidad, nada especial— trató de disimular su cara de preocupación para terminar con el interrogatorio. Sin prestarle mucha atención, ella respondió:
—De hecho, creo tener un libro donde viene un poco más de información, déjame ir a buscarlo— Rocío se paró rápidamente y se dirigió a su alcoba. Francisco la siguió con la mirada.
Cuando ella regresó, minutos más tarde, con un par de notas en la mano, su alumno ya se había marchado dejando tras de sí un penetrante olor a cigarro y una hoja de cuaderno mal cortada  donde dejó escrito un recado “Tengo que irme, Chío, nos vemos al rato. Besos” al leerla, soltó un suspiro de consternación.
—Este cuate anda raro, muy raro— dijo para sí mientras se sacaba de la boca un hueso de aceituna que tenía rato mordisqueando

1 Desponchar es un término del norte de México que significa que las llantas que antes estaban desinfladas, ahora no lo están.

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