jueves, 6 de noviembre de 2014

Capitulo 9

Era de madrugada, el ritual había terminado, aún podía sentir el humo del incienso en su organismo, caminaba rozando las paredes, con un andar sigiloso. Un sentimiento placentero recorría su ser al deambular entre las sombras resguardándose de la luna. Sintió un aire helado que acariciaba cariñosamente su rostro, por primera vez en muchos años apreció ese sentimiento de pertenecer a algo, se sentía por fin en casa. Al cruzar por un callejón,  observó a un grupo de hombres que se pasaban una jeringa entre sí, sus miradas perdidas eran intimidantes, sin embargo, solamente les regresó una sonrisa hueca y un poco torcida antes de continuar su camino. Ya no le temía a absolutamente nada, había cumplido con todos y cada uno de los rituales y pruebas de iniciación que le habían impuesto y había logrado salir avante en todos y cada uno de ellos. Caminaba entre las tinieblas no porque se escondiera o porque estuviera huyendo, sino porque le agradaba estar ahí, estaba sumergiéndose en ese otro mundo que pocos se atreven a observar en sí mismos, un mundo más profundo, más oscuro. Sabía que se adentraba a una nueva vida y que su aprendizaje apenas comenzaba, tenía mucho que aprender pero sentía una satisfacción plena por lo que había logrado esa noche, ya era parte de ellos. Tenía su destino marcado y marcado también de igual manera su cuerpo con una diminuta leyenda, tan pequeña que se podría confundir con un lunar, pero bien observada y sabiendo cómo mirarla, era sorprendente los detalles sobre las palabras que yacían tatuadas en la parte posterior de su oreja izquierda.
Días después, se detuvo frente a un bar, de esos que existen en este monstruo de luz llamado Ciudad de México. Llevaba consigo, como único rastro distintivo y digno de recordar, un collar de hilo con una pequeña hoja de jade tallada en forma de calavera prehispánica que simbolizaba a Xolotl, el gemelo de Quetzalcoatl. Dicha figura apenas se podía distinguir ante la gran gabardina de color marrón que llevaba puesta, había llegado el momento de su primera lección que paradójicamente se enseñaría de manera autodidacta, en este punto del camino no existían maestros, sólo centinelas o ejecutores.
Se sentó en la mesa más alejada de la puerta principal, necesitaba un lugar donde pudiese visualizarlo todo. Empezó por observar uno a uno a la gente que ocupaba el bar, recordándolos y clasificándolos, aprendiéndose sus gestos, su forma de beber, adivinando sus intrigas, entrando en sus deseos, rencores y frustraciones. Después de una hora de analizar y planificar, dio paso a la acción; midiendo los tiempos se acercó a un primer grupo de bebedores, con tres o cuatro comentarios cómicos logró que le invitaran una cerveza acercándole al mismo tiempo un banquillo para que se sentara.
Minutos después de tomar su lugar, logró, mediante su nula conversación, su gris forma de vestir y bajo perfil, que los otros olvidaran que estaba ahí, comenzó uno por uno a adentrarse en sus mentes, —mírala ahí, tan relajada— a guiarlos, —veela, te está mirando— a manipularlos, —sí, yo también vi esa mirada, es a ti a quien desea—. Se acercaba lentamente a los oídos de sus compañeros de mesa, —tú, tan poderoso, ¿cómo podría ella resistirte? no querrá ni deberá resistirte—.
De un momento a otro, la atención del grupo se concentró en una muy atractiva mujer que estaba sentada a tres mesas de distancia acompañada con otras dos chicas.
            —Es tuya, sólo tuya, tómala, te pertenece— los del primer grupo se pararon al mismo tiempo y mientras caminaban hacia la mujer de vestido rojo que había captado su atención empezaron a hacer comentarios lascivos hacia ella. En ese preciso instante, quien despertara la lujuria mediante susurros en aquellos hombres se escabulló entre otro conjunto de personas quienes eran de edad madura.
—Es intolerante que se expresen de esa manera de una mujer— de igual manera que con el primer grupo comenzó a hablarles al oído, —alguien debería de hacer algo, ¿ya no existen caballeros en este mundo?— picándoles la cresta, —bueno, aunque ustedes están muy viejos para defender a alguien, ¿no creen?— metiéndoles ideas de odio con relación a los hombres misóginos, —estos hijos de la chingada tienen que aprender por las buenas o las malas y quien si no tú, un verdadero hombre para ponerles un alto una vez por todas a esta juventud incorregible—. No tardó mucho en que el grupo de hombres, exaltados por su orgullo que había sido ofendido, iniciaran la defensa de las virtudes femeninas. Como un ligero vientecillo que toma fuerza en las planicies y que rápidamente se convierte en un violento tifón, las palabras pasaron a los gritos y después de los gritos fue inevitable la aparición de los primeros golpes. Fueron instantes para que todo ese hervidero de alcohol y emociones exaltadas estallara en una feroz batalla campal. Las botellas fueron burbujas que explotaban en el aire, hombres y mujeres iracundos, lastimándose unos a otros, convencidos de tener la razón, haciéndose daño sin importar nada más. Los que hace unos minutos habían compartido mesa, plática y bebida ahora estaban enfrascados en una lucha cuerpo a cuerpo. Una voluntad los movía a todos ellos, la voluntad de la única persona que no se manchaba las manos en ese remolino de violencia, era momento de llevar esta situación al siguiente grado y el pretexto perfecto apareció en la puerta principal del bar en la forma de un grupo de policías que venían a interrumpir el desorden que se estaba desarrollando.
 —Cuidado con estos canijos, acuérdate de Atenco[1] — de una forma sumamente hábil un murmullo atravesó rápidamente el bar, —mira, si en la huelga del 99 nos golpearon hasta cansarnos, ¡imagínate ahora!— pasando por todos y cada uno de los que peleaban, —no, no pueden arrestarte, ¿qué van a decir tus papás?— ya no más golpes entre ellos, —qué mala suerte, tan bonita que eres, si te agarran seguro te violan—.
Existía un enemigo en común creado a base de los miedos individuales, es así como todos se lanzaron en contra de los uniformados llevando la batalla a la calle. Afuera, otros grupos de individuos se sumaron a la revuelta refinadamente orquestada por una sola persona, la cual ya había tomado el control de las órdenes de los policías.
            —Imagínese, sargento, el gusto que le va dar al Jefe de Gobierno cuando calme este desmadre, segurito que lo vuelven comandante— como consigna, los policías buscaban golpear a todo no uniformado con sus macanas y ahogarlos en gases lacrimógenos, —estas putas e hijos de papi deben aprender a respetar a la autoridad—
El punto más violento y portentoso del motín llegó cuando un considerable grupo de manifestantes, quienes por azares del destino hacían un campamento en los jardines de la avenida Reforma frente a las oficinas del periódico El Regional, reclamaban al editor del periódico su parcialidad en relación con el asunto del aumento desmedido a la gasolina.
—¿Qué mexicano podría quedar con los brazos inertes mientras los lacras imperialistas utilizan sus ejércitos policíacos en contra de la población civil?— fueron aconsejados por una voz anónima.
 —¿Qué es la revolución sino la mera reacción natural de defensa en contra de la constante opresión al pueblo desvalido?— la voz los incitaba a que se unieran a esa guerra de ida y vuelta en donde no cabía la cordura, que se adhirieran a una batalla más sin sentido, sin rumbo, ni destino.
 —¡Tomad las armas hermanos y haced patria!—, un aproximado de quinientas personas se batían a sangre y fuego entre sus pares, entre sus similares. Sin embargo, solamente una de todas aquellas personas podría dar una explicación lógica de aquella situación. Para ese individuo todo hubiera terminado de forma magistral culminando su obra de arte con la llegada de un grupo de militares que se dirigían rumbo al Zócalo para hacer honores a la bandera y que en ese momento se encontraban fusil en mano a pocas cuadras del zafarrancho que se había armado. Pero para la gran fortuna de la multitud en pugna, una muchacha que se encontraba envalentonada por la golpiza que había recibido su novio se fue encima del primer bulto que pasó enfrente de ella estrellando un bastón de seguridad contra robo de autos en la cabeza de quien había escrito la partitura de aquella sinfonía de violencia. El golpe fue brutal, se vio por una fracción de segundo desplomándose hasta quedar inconsciente Sin saberlo, esa joven había salvado a los presentes quienes, momentos después ya sin encontrarle un sentido a su enojo, se dispersaron para los diferentes puntos cardinales de la ciudad.
Minutos después, una gabardina marrón salpicada de sangre descendió de una ambulancia mientras los paramédicos se ocupaban de otras personas. Con un tremendo dolor de cabeza, caminó con una sonrisa en sus labios sintiendo el deleite de haber cumplido su primera misión. Si bien es cierto que había fallado en la parte final, también era cierto que logró perturbar a una gran cantidad de mentes, de igual manera, aprendió la lección buscada.
—Crea un monstruo y te comerá— se dijo en voz alta. Su victoria era total, había practicado y con muy buenos resultados el arte de la manipulación y la provocación, dos armas sumamente importantes. Antes de retirarse de nuevo a las sombras, sonrió por última vez al escuchar a una reportera que relataba en el lugar de los hechos:
—Los acontecimientos violentos suscitados en Paseo de la Reforma y calle De la República dejaron como saldo total 239 personas lesionadas de las cuales 63 son de gravedad. Ya se encuentran en camino a un nosocomio, de igual forma se nos informa que han sido detenidas 23 personas de los cuales se sospecha iniciaron el motín. Se dice que entre los probables responsables del alboroto generado se encuentran unos estudiantes que se manifestaban en frente de la escultura conocida como El Caballito y que iniciaron la pelea contra otros que salían de un bar. Según lo que nos dice el Sargento Rolando Prieto, estos sucesos probablemente son sólo un pleito entre pandillas neo-comunistas, estudiantiles o algo parecido. Seguiremos reportando desde el lugar de los hechos, Lorena Salayandia informó para…dijo en voz profesional y un tanto jovial la reportera del canal 39 mientras que en la escena televisiva a su espalda se alcanzaba a advertir a dos paramédicos auxiliando a una mujer gravemente herida a la cual todavía se le podía apreciar sobre sus bellas piernas un hermoso vestido color rojo.



[1]Atenco o San Salvador Atenco saltó a la luz pública cuando el gobierno de Vicente Fox, presidente de México de 2000 al 2006, decidió construir en esa localidad un aeropuerto que funcionara como alterno al ya existente "Benito Juárez" de la Ciudad de México. Sin embargo, graves imprevisiones políticas evidenciaron vacíos de fundamentación y motivación jurídica y social que hizo cuestionable el proyecto de aeropuerto. Los ejidatarios y la población a quienes serían expropiados sus terrenos se opusieron al proyecto y pronto iniciaron un movimiento de resistencia civil que degeneró en violentos enfrentamientos entre los habitantes y las fuerzas policíacas, represión armada, censura oficial, así como encarcelamientos cuestionados por la prensa, la sociedad civil y organizaciones nacionales e internacionales de lucha a favor de los derechos humanos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario